La concienciación de los jóvenes en el campo de la prevención de riesgos es especialmente necesaria considerando su falta de experiencia y a veces de madurez, y el desconocimiento de las tareas y/o entorno laboral al que se enfrentan.
Sin embargo su capacidad de aprendizaje y la ausencia de malos hábitos ya adquiridos permite que sean los jóvenes las personas que pueden sacar más provecho de una cultura preventiva que insista en que la protección, aunque necesaria, no es la única ni la mejor solución para evitar accidentes o enfermedades profesionales: debemos modificar los comportamientos y actitudes ante la posibilidad de sufrir un daño, analizar los incidentes que ocurren por pequeños que sean y proponer soluciones que los eviten.
Y esto solo puede realizarse si los jóvenes están sensibilizados en materia de seguridad y saben que todos los conocimientos y hábitos que adquieran en este campo les ayudarán a lo largo de su trayectoria profesional, mejorando su calidad de vida.